El día 4 de noviembre, con las primeras luces del alba, nos pusimos en camino hacia tierras linarenses. Dejamos atrás Jaén (capital del Santo Reino) y Mengíbar (atalaya del alto Guadalquivir)…, para llegar finalmente a nuestro primer destino Cástulo (capital de los oretanos y punto clave en las sangrientas luchas entre cartagineses y romanos), yacimiento en el que estuvimos desayunando.
Tras reponer fuerzas, nos adentramos en los vestigios de lo que fue una de las ciudades íbera y romana más esplendorosas de Andalucía Oriental. Paseamos por su recinto amurallado y vimos el famosísimo mosaico de los Amores, sus termas (hoy en ruinas), el romántico castillo de Santa Eufemia, el enclave donde un día estuvo el puerto fluvial más cercano a la cabecera del Guadalquivir.
Posteriormente nos fuimos a uno de los lugares (la Aliseda) más encantadores y armoniosos de nuestra geografía. Para ello el autobús nos dejó en Miranda del Rey (donde en 1212 tuvo lugar la Batalla de las Navas de Tolosa). Pudimos revivir siglos de historia, sentir en nuestra piel el roce de épocas ya pasadas, la fuerza arrolladora de la naturaleza en estado puro, la emoción de vislumbrar sombras de leyenda. Finalmente, con las mochilas repletas de cultura, amistad, compañerismo… muy a nuestro pesar, desandaremos nuestros pasos para regresar al autobús y Torredonjimeno.
Fue un día estupendo donde la convivencia tuvo un papel importante sin olvidar el amor hacia la naturaleza y la actividad física en un entorno tan saludable.
Mapa entre Miranda del Rey y la Aliseda.